Crítica publicada en
CULTURA – EL MUNDO
13 de noviembre 2015
Por: MATÍAS NÉSPOLO
Cristina Peri Rossi disecciona la pasión amorosa en relatos reunidos en ‘Los amores equivocados’.
Una experimentada profesora universitaria y su inexperta alumna subyugada, pero el esquema de Pigmalión se invierte. Un camionero que recoge una joven autostopista que podría ser su hija, de hecho lo parece. Un pelo púbico en la garganta del ajetreado amante oral puede ser una invitación a la asfixia, pero quizá a algo peor. La más oculta fantasía de una rolliza amada que parece la Venus de Willendorf es tan enternecedora que mete miedo… Y así, mejor no seguir porque el catálogo de equívocos, malentendidos y desaciertos, más o menos traumáticos, más o menos dolorosos, es inagotable. Hay tantas maneras de herrar el corcel de una pasión, como de errar por el camino, una vez montado en él.
De eso trata un conjunto de maravillas que por pura convención cabría llamar relatos, pero son mucho más que eso, titulada ‘Los amores equivocados’ (Menoscuarto) que firma la premiada poeta, narradora, periodista hispano-uruguaya Cristina Peri Rossi. Pero cuidado que no todo amor es desatino. De hecho hay cuentos como De noche, la lluvia especialmente luminosos. «Quien lo ha vivido no lo olvida nunca y quien no ha vivido algo semejante, está en el consultorio del psicólogo, deseándolo», dice la escritora.
Aunque el equívoco sea la norma en su actualización, piensa Peri Rossi que el amor nunca lo es. «Amar nunca es equivocado, es la expresión máxima de nuestro yo, no de nuestro ego. El que ama vive la mayor intensidad emocional, sentimental y sensorial, por eso los cobardes y los egoístas no aman. Todos hemos escuchado una música en solitario y la misma con la persona amada y hemos sido conscientes de que el amor es un intensificador, nos conduce al éxtasis sólo comparable a las experiencias místicas, por la compenetración con el otro», explica.
Imposible mesurar el tiempo de creación de esta máquina de relojería narrativa de once piezas desde su último volumen de relatos Habitaciones privadas (2012) «porque simultáneamente escribía poemas o artículos y porque yo no me ciño a un plan», reconoce la autora. «Respeto y gozo con la libertad creativa, es la parte más lúdica de la escritura. Escribir no es solo el acto físico de sentarse ante el ordenador, es todo el tiempo de fantasear, de soñar, de imaginar que los relojes no toman en cuenta».
Lo que sí está claro es que el primero en salir de la fragua fue Ironside, la historia de la jovencita en la carretera y transportista, y Peri Rossi tomó conciencia de lo que se traía entre manos tiempo después, al escribir el cuento que da título a la colección. «Me di cuenta que casi todos los relatos que había escrito durante dos años tenían un hilo en común de amores asimétricos, socialmente inaceptados y que a mí me seducían. Creo en la fascinación de lo insólito, de lo inesperado, de aquello que no pasa ni por la conveniencia ni por la razón».
La paleta de situaciones, experiencias y personajes es demasiado variada para dar crédito al célebre ‘Madame Bovary c’est moi’, pero no queda más remedio que hacerlo. «Suscribo a la frase de Flaubert, todo lo que imagino es de Cristina Peri Rossi y a veces la imaginación tiene tanta intensidad o más que lo vivido. Me divierte pensar en la curiosidad de los lectores, tratando de saber cuándo partí de mis propias experiencias y cuándo no. En todo caso no faltará algún Miguel Dalmau, hoy o mañana, que considere que todos los relatos de este libro son autobiográficos, a pesar de que la mitad están protagonizados por hombres», añade sardónica.
«Mi objetivo era atrapar el momento de una fascinación, de una seducción inesperada, imprevisible, con ese componente mágico e irracional del enamoramiento, que se cree recíproco y las revelaciones y los equívocos que se producen», aclara. Y lo que llama la atención, en todo caso, es la efectividad de los cuentos, pese a que no se ajustan a las poéticas ortodoxas del relato. «Lo más fascinante de las historias de amor, para mí, es el momento del flechazo, imposible de explicar racionalmente y que no conduce siempre ni a la felicidad ni al amor duradero, pero es la expresión de nuestros deseos más ocultos», reconoce.
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