Vos y yo nos conocimos a fines de 1972, cuando huyendo de la despiadada represión política de mi país, Uruguay, recalé en Barcelona.
Aunque, con propiedad, yo te conocía de antes: te había leído en la célebre antología de los ‘Novísimos’, de tu gran y querido amigo José María Castellet, que compré en una librería de exiliados españoles en Montevideo. Allí te descubrí, como una revelación: eras la más ‘sesentayochista’ de todos, y la única mujer.
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